Esta noche se celebra Halloween, una festividad que ha venido a complicarnos la vida obligándonos a comprar o a hacer otro disfraz más al año ha llegado para quedarse. No sé qué relación tenéis vosotras con esta fiesta, pero yo he pasado por tres estadios en relación a ella in my life:
- Adolescente/Jovenssssita: ¿Fiesta? ¿De disfraces? ¿Y de temática de terror? ¿Dónde hay que apuntarse, oiga? Me hubiera dado igual que se llamara Sponkigüini y se celebrara a mediados de mayo, el plan tenía todos los ingredientes que una criatura alegre y básicamente compuesta de hormonas teen necesitaba.
- Hola, treintena: aquí la cosa va cuesta abajo y sin frenos y Halloween pierde enteros estrellándose de bruces frente a un muro inquebrantable: mi sofá y mi tele.
- Soy madre, ya no controlo mi vida: con la llegada de los hijos una acepta que va a
comerse un montón de marronespasar sí o sí por algunas cosas. Pero la verdad es que no cuesta porque, y ruego se me permita la caída de baba hormonal, ver cómo se lo pasan de bien los peques hace que todo mole un montón. (No admito quejas sobre este punto, estoy tierna y ya está, es mi derecho como embarazada.)
Total, que esto, como la Navidad (al menos en nuestro caso) es algo que ha revivido gracias a ser papis. Peeeeeeeeeeeero con sus cambios, porque yo al menos a día de hoy soy absolutamente incapaz de ver películas de terror, especialmente si salen niños en ellas. No puedo, es que no puedo, y eso que yo era de las que iba al Festival de cine fantástico de Málaga con brillo en los ojos a ver la última de mi primo George A. Romero o lo que encartase.
¿Os pasa? ¿Habéis desarrollado intolerancia al terror tras la paternidad? Bueno, quizá intolerancia no sea la palabra, quizá más bien es que ahora nuestros miedos son otros, ¿verdad? Y no, no me refiero a que les suceda algo a nuestros retoños (eso más que miedo es pánico), me refiero más bien a que hay cositas que antes ni nos planteábamos ni nos afectaban y ahora pueden llevarnos de cabeza al microinfarto.
Te cuento tres historias breves de terror paternal que harán que se te pongan los pelillos de punta, hasta los de las piernas (y mira que eso es difícil, porque no te los has depilado desde agosto y tienen un grosor y un largo que da gloria verlos).
El terror puede llegar cuando menos te lo esperas, unas pocas palabras pueden hacer que hasta los más valientes padres y madres tiemblen. Estás tan ricamente en tu casa un domingo por la tarde. Todo parece tranquilo... demasiado tranquilo quizá. Entonces tu hijo, que hasta ese momento ha estado jugando solo (¡milagro!), aparece ante vosotros y os hace LA pregunta: Papá, mamá, ¿dónde están mis dibujos y las cosas que he hecho en el cole?
Octubre. En tu pueblo. Una madre decide levantarse temprano para poder desayunarcomo las personas tranquilamente. Se pone la alarma, hoy eso no le molesta (total, lleva desde que es madre sin necesitar despertador gracias a sus retoños) y a la primera nota, al primer sonido reacciona rauda y o apaga: no vaya a despertarse nadie, por favor.
Tranquila, sin prisa pero alerta, prepara café, tostadas y un yogur con un poco de fruta. Sentada en la mesa de la cocina se queda absorta leyendoun montón de chorradas en Twitter las noticias. El café hace efecto y la joven madre se dirige que se las pela al baño. Todo está en calma. Todos duermen.
Ella aprovecha para seguir mirandotontás en Facebook las noticias cuando un extraño sonido la saca de su estado de concentración. ¿Qué ha sido eso? Bah, seguro que no es nada, piensa ella. Pero no pasan ni dos segundos cuando un nuevo y desconcertante ruido rompe el silencio mañanero.
Tímidamente, aún sentada en el WC, con las bragas (y la dignidad) por los tobillos, abre la puerta del baño para asegurarse de que todo está bien.
Silencio. El más absoluto silencio reina en su casa. Están todos dormidos, jejeje, qué bien, otro ratito para mi... Se dispone a cerrar la puerta del baño pero antes de que la puerta encaje definitivamente en el marco una sombra, un ente, un ser en forma de manita se interpone impidiéndolo. Mami, ¿qué hasssse? ¿Estás haciendo caca? Yo me hago caca. Y tengo hambre. Ella lo sabe: todo ha acabado.
Te han añadido al grupo de whatsapp de los padres del cole.
Ahí lo llevas. Grita si ves que lo necesitas. Terror. Y del bueno. Pero para terror...
LA PREGUNTA
El terror puede llegar cuando menos te lo esperas, unas pocas palabras pueden hacer que hasta los más valientes padres y madres tiemblen. Estás tan ricamente en tu casa un domingo por la tarde. Todo parece tranquilo... demasiado tranquilo quizá. Entonces tu hijo, que hasta ese momento ha estado jugando solo (¡milagro!), aparece ante vosotros y os hace LA pregunta: Papá, mamá, ¿dónde están mis dibujos y las cosas que he hecho en el cole?
SILENCIO
Octubre. En tu pueblo. Una madre decide levantarse temprano para poder desayunar
Tranquila, sin prisa pero alerta, prepara café, tostadas y un yogur con un poco de fruta. Sentada en la mesa de la cocina se queda absorta leyendo
Ella aprovecha para seguir mirando
Tímidamente, aún sentada en el WC, con las bragas (y la dignidad) por los tobillos, abre la puerta del baño para asegurarse de que todo está bien.
Silencio. El más absoluto silencio reina en su casa. Están todos dormidos, jejeje, qué bien, otro ratito para mi... Se dispone a cerrar la puerta del baño pero antes de que la puerta encaje definitivamente en el marco una sombra, un ente, un ser en forma de manita se interpone impidiéndolo. Mami, ¿qué hasssse? ¿Estás haciendo caca? Yo me hago caca. Y tengo hambre. Ella lo sabe: todo ha acabado.
MICROCUENTO
(Avertencia: estas doce palabras pueden provocar que te hagas caquita encima.)
Te han añadido al grupo de whatsapp de los padres del cole.
Ahí lo llevas. Grita si ves que lo necesitas. Terror. Y del bueno. Pero para terror...
Sí, los padres también tenemos pesadillas... y no pocas, oye.
¿Hay algo que te de especial pavor ahora que eres madre? ¿Te ha llegado ya el whatsapp de los piojos?
Besitos de madre halloweenera. Muajajaja.